Tengo encerrada tras una pared de ladrillos a una niña, todos me han dicho que la deje ir, algunos me han dicho que la mate, pero nadie entiende mi compasión por ella.
Verán conocí a esta niña hace más de un par de años, y me atrapó en un encantamiento de ilusión dónde todo era lo que alguna vez soñé.
Y viviamos en un mundo feliz, con nuevos personajes y una familia. Teníamos mascotas con nombres más normales que los de nuestros hijos. Todo era un sueño, no sé si suyo o mío, pero era casi perfecto.
Porque de vez en cuándo en nuestro mundo inventado llovía muy fuerte y todo era negro y oscuro, nublado y borroso.
Y así la llevabamos con días oscuros y días llenos de colores.
Hasta que en un día oscuro decidió sacarme de nuestro sueño. Me desperté al monotono mundo real, dónde todos los días tienen color, y todas las noches son oscuras, pero nunca a los extremos de ese mundo irreal en el que vivía. Y sí, la gente tiene razón en que debo agradecer haberme alejado de esas tormentas en las que arriesgaba mi físico por salvar nuestra casa, pero cómo voy a dejarla ir, si no he conocido días con colores así, si gracias a su encantamiento sentí cosas que no sé si se puedan sentir en el mundo real.
Así que ahí sigue, encerrada tras paredes de ladrillos, varios construidos por ella, para así nunca olvidarnos.
30.4.10
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