Yo y mi circulo de frustración...

Imagínate esto:
Un músico, sentado desde temprano, diario, frente a una computadora. Vestido con camisa, pantalón y corbata. Haciendo trabajos que no le corresponden a un músico, uno estudia música porque está convencido que es lo único que le hace feliz. Con un ojo al trabajo y el otro al reloj, contando cada maldita hora esperando que de la hora de salir. Inventandose compromisos escolares para poder huir media hora antes.
Sale por lo regular a la hora pico del tráfico, como un oficinista más. Avienta la corbata, se sube las mangas de la camisa. Podemos ahora ver sus quince pulseras que usa en la muñeca derecha.
Maneja un trayecto relativamente corto en un lapso de tiempo relativamente largo, en la ciudad de México y su tráfico, los tiempos y las distancias siempre son relativos.
Llega a la misma escuela que ha ido por casi tres años y medio, saluda a la misma gente, se rie de los mismos chistes, estudia sus pasiones, intenta concretar ideas.
Sale de la escuela cansado y aún un poco vacío, porque con su trabajo no solo no lo llena, lo vacía.
Busca diversión y alegrías con sus amigos y su novia. Las estrellas de su vida. Pasa un buen rato con ellos y cerca de la media noche se dirige a su casa, y eso le genera conflictos con su familia.
Si la noche fue buena, duerme con el corazón lleno, si no lo fue, con la duda de como hacer para liberarse de sus frustraciones.
Al día siguiente más cansado y algo desvelado regresa a su trabajo, el cual lo frustra más por que en ese momento solo quiere dormir. No puede dejar el trabajo por varias razones, y así su semana es un círculo que acaba en el fin de semana donde porfín puede ser él mismo... pero el fin de semana solo tiene dos días y medio. Y después el círculo vuelve a empezar.
No, no voy a poner una conclusión... no se me ocurre. Solo quiero una sonrisa.